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jueves , 25 abril 2024
La crisis blanca esta marcada por los problemas anímicos, físicos y de juego.

Un grande empequeñecido (4-2)

El equipo blanco prolonga su crisis particular ante un Schalke 04 que mereció dar la campanada de estar en cuartos

Desde el partido ante el Córdoba. El 24 de enero de 2015 fue el momento en el que el Real Madrid pasó de ser un equipo grande, poderoso, temido y que viajaba a toda vela hacía los títulos a ser un conjunto sin intensidad, sin alma, sin solidez defensiva ni creación de juego. En definitiva, paso a convertirse en un conjunto pequeño.

En ese particular viacrucis ha habido momentos duros (atlético de Madrid, Villarreal o Athletic de Bilbao) con pequeños oasis (Sevilla o la ida de octavos ante el Schalke 04). Por ello y, tras caer en tierras vascas, el equipo blanco afrontaba su duelo frente al equipo alemán como un refugio para protegerse de la tormenta y volver a montar a la afición en el barco.

Sin embargo, el fútbol tiene ese don de tornar los pronósticos y eso fue lo que le ocurrió al equipo blanco en su casa. La balsa de aceite que debía ser el Santiago Bernabéu se convirtió en una olla donde el público cocinó a sus jugadores, una quema de la que sólo se libraron cristiano Ronaldo y Luka Modric.

El partido fue un desastre desde el comienzo donde el Schalke 04 parecía el equipo grande y el Real Madrid el pequeño. Los alemanes se contagiaron del ambiente y de las sensaciones que transmitía el conjunto local para dar un paso al frente y lanzarse a cara descubierta a por la eliminatoria.

Una manera de luchar, de pelear y de ir a por el encuentro se volvió a evocar un conjunto minero que no se recordaba en años. Los alemanes también venían de una crisis de juego y puede que el Bernabéu, a pesar de no darles la clasificación, puede haberles dado moral para volver a ser un equipo Champions el curso que viene.

Por su parte, el Real Madrid volvió a ser un equipo sin alma, sin intensidad defensiva, sin capacidad de creación que volvió a verse físicamente mermado como en los últimos tiempos. Un descenso a los infiernos donde Cristiano Ronaldo fue el único que mantuvo a flote la nave y es la razón de que el equipo madrileño esté en los octavos de final.

Aun así, el choque, por encima de todo, vuelve a poner en evidencia dos elementos que el Madrid ha perdido: el espíritu competitivo y el estado físico. Un problema que mantiene una dura pelea con Ancelotti y su inamovible BBC. Un estatus de intocables que obliga a partir el equipo y a mostrar sus carencias.

Así las cosas, las debilidades del conjunto blanco le han llevado a arrastrarse para solicitar estar en los cuartos de final, le han conducido a mostrar abiertamente sus vergüenzas ante el mundo del fútbol y, por encima de todo, han vuelto a poner en evidencia al equipo pequeño que es ahora el Real Madrid. Un conjunto blanco que empieza a ver con temor “la final” ante el Barcelona la próxima semana ya que se duda si lo ocurrido ante el Schalke 04 es el fin del viacrucis o una nueva estación del mismo.

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