25 de febrero de 2014. Ese día fallecía en la ciudad mozambiqueña de Maputo (anteriormente denominada Lourenço Marques) Mário Esteves Coluna,”O Monstro Sagrado”, tras no haber podido superar una insuficiencia respiratoria de la que ya había sido ingresado días anteriores muy grave.
Posiblemente cuando llegara al cielo futbolístico, al gran Mario Coluna le estuviese esperando impaciente su protegido; el gran Eusebio. La gran estrella del fútbol portugués había fallecido dos meses antes de que su compañero en el Benfica siguiera lamentablemente dicho camino.
En ese momento, los posiblemente dos mejores jugadores que ha dado Mozambique volvieron a encontrarse. Una situación imaginaria que podría haber sido real si realmente existiera una vida más allá de la muerte.
Con el fallecimiento de Coluna, no sólo moría un gran jugador, se iba para siempre el protector de Eusebio. El centrocampista africano había sido designado por la madre de la pantera de Mozambique como la persona que debía encargarse de proteger a su pequeño a su llegada a Lisboa. Prueba de ello es el extracto de la carta que había dado a Eusebio su progenitora con destino al mediocentro y que decía: “Mario Coluna, le pido por favor que cuide de mi hijo Eusebio porque en Portugal no conocemos a nadie”.
Una decisión materna debida principalmente a que ambos jugadores compartían, además de equipo, orígenes ya que los dos habían nacido en Lourenço Marques. En el caso de Mario, este futuro futbolista había venido al mundo en 1935 fruto del amor entre un portugués y una mozambiqueña. Un hombre que, durante su juventud, destacaba por su porte atlético le hizo probar en el mundo del boxeo y del atletismo aunque finalmente eligió el mundo del balón.
A raíz de esta decisión, Coluna se formó en el Grupo Desportivo de Lourenço Marques llamando la atención de grandes clubes portugueses como el Sporting de Portugal o el Oporto aunque, debido a que tanto él como toda su familia eran seguidores del Benfica, no tuvo dudas para saber cuál era su destino.
Así las cosas, Mario llegó la parte roja de Lisboa para ser un hombre de ataque aunque su nuevo entrenador, Otto Glória, tenía otros planes para él, sería su hombre fuerte en el medio centro.
Fue precisamente allí, en el círculo central del campo, desde donde Mario Coluna cimentó las bases del mejor Benfica de la historia. Él fue junto al técnico Béla Guttman y su compatriota Eusebio una de las tres puntas del tridente sobre el que se forjaron las Copas de Europa conseguidas por el club portugués en 1961 y 1962 ante los dos grandes de España; el Barcelona y el Real Madrid.
Triunfos en los que aportó su granito de arena con goles en ambos encuentros. Una contribución que en el caso de la final disputada ante el club catalán, “la denominada “final de los palos” por la gran cantidad de esféricos que se fueron a la madera de la portería, él fue el líder de un Benfica que aún no tenía contaba en sus filas gran Eusebio.
Una aportación de la pantera mozambiqueña que sí se dio en la jugada ante el Real Madrid donde fue la estrella de un choque en el que Coluna ejerció de escudero desde el centro del campo y en el que anotó el gol del empate a tres de un partido que acabo 5-3 a favor del Benfica. En dicha final donde no sólo se hicieron con el título sino que también fueron el primer equipo capaz de doblegar en una final europea al gran Real Madrid de Alfredo di Stéfano. Un partido en el que quedo para el recuerdo las declaraciones de Eusebio en las que aseguraba que le hizo más ilusión conseguir la camiseta de su ídolo que ganar el propio trofeo.
Además, Coluna y Eusebio, no sólo escribieron las líneas doradas del Benfica en esos años sino que también lideraron la gran trayectoria de Portugal en el Mundial de 1966, aquel donde los lusos acabaron terceros tras derrotar a la URSS en el partido por el tercer y cuarto puesto. Un torneo en el que siempre quedará para el recuerdo la victoria sobre el Brasil de Pele o la gran remontada para acceder a las semifinales ante Corea del Norte.
Ellos escribieron en el muro del fútbol las primeras historias triunfales tanto del Benfica como de Portugal, hicieron bailar a Europa al son de los ritmos tribales de Mozambique. De esta forma, si existe el más allá posiblemente los evocaríamos a ambos, Eusebio y Coluna, Coluna y Eusebio, trazando jugadas en el cielo futbolístico bajo las enseñanzas y la atenta mirada del maestro Béla Guttman.