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En el fútbol actual la figura del mediocentro es clave. En un deporte que ha evolucionado mucho desde la década de los 80 (donde el juego era mucho más físico) y ahora nos encontramos con un estilo del mismo basado más en la técnica en la fuerza.
Así las cosas, podríamos analizar cualquier equipo y al menos el 90% de los mismos cuentan con un jugador o varios en ese puesto para hacer girar el juego de la formación. Por el contrario, en clubes donde esa figura no tiene un gran peso (caso Manchester United) el once suele sufrir a la hora de elaborar el ataque.
Jugadores como Sergio Busquets y Rakitic en el Barcelona, Matic y Cesc Fabregas en el Chelsea o Xabi Alonso en el Bayern Munich o Pirlo, Pogba o Marchisio en la Juventus son algunos de los ejemplos de dicha importancia. Centrándonos en el funcionamiento de dicha posición los equipos que juegan con dos jugadores en esa zona suelen tener uno con clara vocación ofensiva mientras que el otro actúa con la vista puesta en la defensa.
En el caso del Real Madrid, el equipo blanco jugaba en la temporada pasada con tres centrocampistas destinados a la elaboración, la recuperación y distribución del balón desde esa zona. Así, Xabi Alonso era el futbolista más retrasado (era el más defensivo), el croata Luka Modric tenía mayor libertad a la hora de enlazar con el ataque mientras que Ángel di María tenía mucha más independecia para moverse por el campo convirtiéndose en un auténtico pulmón para su equipo tanto en funciones ofensivas como defensivas.
Ahora con la venta del español y del argentino, el técnico italiano Carlo Ancelotti debe regenerar dicha zona del campo. Para ello se ha fichado al centrocampista alemán Tony Kroos. En este inicio de campaña el equipo está jugando con dos hombres (el propio Kroos y Modric) apoyados por el colombiano James Rodríguez. Sin embargo, la carencia de un jugador de corte más defensivo ha provocado que tanto el alemán como el croata compartan las tareas del juego a partes iguales.
Con este nuevo rol es repartido al 50% para ambos en ambos lados del campo, los dos jugadores juegan de forma paralela constantemente. Ellos se van moviendo arriba o abajo dependiendo quien encarne el papel de “barrendero” y quien en carne el rol de “arquitecto”.
A pesar de ser ambos jugadores claramente destinados a ser “arquitectos”, la falta de un jugador de corte defensivo en el centro del campo le ha obligado a ambos a reinventarse. Aun así, y a pesar del espíritu combativo y el oficio que ponen, a ambos se les ven carencias a la hora de compensar el juego del equipo. Las características de un centrocampista defensivo, su colocación en el campo, y su conocimiento a la hora de evitar la ruptura en entre ataque y defensa están muy recientes para ellos todavía en la pizarra del entrenador.
Esta circunstancia hace que el equipo sufra en determinadas fases de los encuentros (los más habituales son sobre el ecuador de la segunda parte) el equipo padezca cierto grado de descompensación. Una carencia que se vio el pasado sábado ante el Deportivo de La Coruña hasta la entrada de Asier Illaramendi.
En principio, ese grado de dependencia de un medio centro defensivo parece, a priori, una obligación ante rivales de peso (sobre todo en los tres cuartos de campo), ya que las plantillas con mucho talento en esas zonas pueden hacer mucho daño al “nuevo centro del campo blanco”.
Ahora sólo queda ver cómo Ancelotti encajará las piezas. Si se decidirá porque ambos jugadores aprendan a ser medio centros totales (ofensiva y defensivamente) o forma una línea de tres donde ambos apoyen en defensa a un medio centro defensivo puro. La solución a dicho problema se verá más adelante en partidos de peso como los que jugará el Real Madrid ante equipos como el Villarreal, el Liverpool o el Barcelona.
