Cuando una obra de arte pierde valor, el artista suele pasar por una fase de crisis donde se replantea su estilo, técnica y, en definitiva, su trabajo. En muchas ocasiones, el mundo del fútbol no difiere en gran medida de otros como la pintura.
En dicho deporte, el genio que presenta su obra para que sea contemplada por aficionados, prensa y directivos se sienta en el banquillo para ser juzgado por sus críticos partido tras partido. La diferencia existente con otros artes radica en el hecho de que el éxito del artista tiene una duración más bien efímera.
En el mundo del balón, la fama y el reconocimiento alcanzan su punto máximo cuanto mayor es el tiempo que ha transcurrido desde su presentación. Obras como el Madrid de Di Stefano, la Naranja Mecánica de Cruyff, el Bayern de Beckenbauer o el Brasil del 70 son algunos ejemplos. Equipos que han llegado a nuestros días a través de imágenes o recuerdos nostálgicos vividos o contados que parecen crear en nuestra mente la sensación de haber estado viviendo un sueño.
El recuerdo del Barcelona de Guardiola o la España bicampeona de Europa y campeona del mundo se encuentran aún demasiado recientes en nuestra memoria. La evocación de su futbol no ha pasado todavía al blanco y negro de nuestro cerebro por lo que aún es pronto para que se aparezcan en forma de sueño en nuestro pensamiento.
En el fútbol como en la vida se vive del día a día. Poco importa en el presente los éxitos del pasado, esos ya no te dan de comer. El hecho de que Vicente del Bosque perfeccionará el cuadro pintado en 2008 por Luis Aragonés (tras haber sufrido la crisis del artista) con ideas como jugar con falso nueve no borran de los ojos el fracaso del pasado mundial o la última derrota ante Eslovaquia. La crítica positiva se ha convertido en negativa.
Este es el momento en el que el técnico debe encerrarse en su taller para que su próxima obra (la Eurocopa de 2016) alcance el mayor de los éxitos (repetir triunfo) y pueda ser reconocida por compañeros y críticos.
Para esta creación no podrá contar con colores antiguos ya gastados (Xavi, Xabi Alonso). La falta de dichas tonalidades en su paleta le conduce a que, a priori, la esencia de su nuevo trabajo sea una mezcla de pigmentos que han perdido su viveza (Casillas o Pique) con tintes mucho más vivos e innovadores (Diego Costa, Koke o Alcacer).
Las primeras pruebas de su nuevo trabajo no han funcionado, motivo por el cual la mente del genio salmantino tiene que buscar la chispa de la inspiración. Su mecenas (la Federación) y sus críticos (prensa y aficionados) esperan impacientes su nueva obra.
Tras el fracaso de su última creación (el mundial) la fase de crisis del pintor salmantino resultará clave para determinar el futuro de la pintura española.