Adeus Lendoiro, adeus

Se fue, el pasado domingo fue el último partido de Augusto César Lendoiro como presidente del Deportivo de La Coruña. Era la última vez que la afición coruñesa veía sentarse en el trono de mando al abogado que había dirigido el Deportivo los últimos 25 años.

El partido era ante las Palmas donde se encontraba el ídolo de los últimos años, Juan Carlos Valeron que volvía a Galicia con la camiseta del equipo de su tierra para enfrentarse al equipo de su corazón. Un partido especial para la despedida de Lendoiro. El Deportivo cayó derrotado pero aunque no se pudiera poner la guinda a la despedida, el presidente rememoró desde los altares coruñeses sus más de dos décadas al frente del equipo. Un período de decadencia, esplendor y decadente, pero sobre todo un período donde el Deportivo de La Coruña fue temido en España y en el mundo.

Si, con él se marchan las dos caras del presidente. La del hombre de éxito siendo capaz de formar a auténticos equipazos capaces de competir con los grandes del momento y cosechar los únicos con los que cuenta el club (dos copas y una liga), y la del hombre fracasado al dejar el club donde lo cogió en segunda división pero esta vez con una deuda de más de 160 millones que distan mucho de los tres que debía al club cuando el se hizo cargo del cuadro gallego.

La cara del hombre de éxito se ve reflejada desde que Lendoiro se hace cargo del club en 1988 cuando deja el equipo de hockey patines el Liceo instalado en la élite junto a los equipos catalanes para hacerse cargo del Deportivo de La Coruña. Su experiencia en dirigir equipos de fútbol ya existía cuando los 15 años fue el presidente de del Ural, un club modesto de A Coruña.

Llegaba para asumir una deuda de 500 millones de pesetas pero en dos años y bajo el mando en los banquillos de un hombre de la casa como Arsenio Iglesias el equipo ascendía a la primera división al grito de “Barça, Madrid ya estamos aquí”. Ese equipo que ascendió contaba ya con el espíritu del Superdepor. El alma de la plantilla que años después concretamente en 1994 quedará marcada para siempre por el penalti errado por Djukic ante el Valencia será la recordada por ser la que logró el primer título del club un año después al ganar precisamente al equipo ché la copa del rey.

En aquel primer Gran Deportivo de La Coruña destacaban jugadores de cantera como Fran o José Ramón, hombres de equipo como Liaño o Voro así como el propio Djukic. Además de ellos, el 11 de Arsenio Iglesias tendría dos campeones del mundo con Brasil. Mauro Silva y sobre todo Bebeto aterrizaban en La Coruña bajo el estupor de la afición.

Sobre todo el delantero brasileño fue consecuencia de la gran capacidad de a Augusto César Lendoiro para negociar con agentes y presidentes de equipos deportivos los contratos y fichajes de los jugadores. Tras ese primer Gran Deportivo llegó una travesía que lo hasta principios del año 2000 cuando la llegada de Javier Irureta cambió de nuevo el signo del club.

.

Con el entrenador vasco ubicado en el banquillo llegó otra generación de buenos futbolistas, entre medias había habido hombres importantes como Rivaldo, que en un principio eran auténticos desconocidos para deshumano hacerse un hueco en la élite. .

.

Los Diego Tristán, Luque, Djalminha, Molina, Valeron,Makaay o Manuel Pablo llevaron al deportivo de La Coruña al éxtasis tras lograr una liga y una copa pero sobre todo poner la marca de “ Galicia Calidade” en Europa con goleadas como el 4-0 al Milán, así como su sello en grandes escenarios como Delle Alpi u Old Trafford. .

Tras ellos llegaba la del fracaso ya que a pesar de haber cobrado grandes traspasos por jugadores como Luque o Makaay, el agujero económico del club comenzó a crecer sumergiéndolo en una crisis que lo ha llevado en tres años a estar dos veces en segunda división. .

.

Ahora la ilusión no la pone a Augusto César Lendoiro, esa responsabilidad le corresponde al técnico Fernando Vázquez quien la temporada pasada se metió a la afición en el bolsillo a la cual tiene enamorada para volver a hacer un nuevo Superdepor de la mano, esta vez, del recién elegido presidente Tino Fernández del que el tiempo dirá si fue un digno sucesor de un Lendoiro que no dejo indiferente a nadie. .