Lo dejó. Arjen Robben anunció este pasado verano su retirada del fútbol tras asegurar que ha sido “la decisión más dura que he tomado en mi carrera”. Con su adiós del balompié, el deporte rey pierde a uno de los grandes talentos de la última década, pierde al gran extremo de cristal,el Aquiles del fútbol.
Al igual que el héroe griego y su vulnerable talón, Arjen Robben fue bañado, metafóricamente hablando, por los dioses del fútbol en la tinaja del talento cogido por los tobillos, su único y gran punto débil.
En su Bedum natal y al amparo de un loco del fútbol como Wiel Coerver, forjó su talento estudiando, a cámara lenta, las acciones de los grandes de los dioses del Olimpo como Garrincha, Pele o Puskas, entre otros, una metodología que había causado furor en los setenta y que quedó para la posteridad como de Coerver por ser su gran perfeccionista.
Forjadas a golpe de fuego y martillo sus armas futbolísticas (velocidad endiablada, conducción de balón cosido al pie, regate letal y látigo por disparo), Arjen Robben estaba listo para la batalla, estaba listo para el fútbol profesional.
Su etapa en Holanda
Robben aterrizó en el balompié profesional en la ciudad más importante de su provincia natal, Groningen. Allí, un imberbe Arjen se convirtió en una de las grandes promesas del fútbol del país de los tulipanes enamorando a uno de los grandes colosos de Holanda, el PSV Eindhoven, que se hizo con sus servicios a cambio de más de cuatro millones de euros.
En el equipo de la Philips, Robben destapó el tarro de las esencias vistiéndose de superhéroe en la prolífica dupla con Kezman denominada “Batman y Robben” que ofreció tardes de gloria a la parroquia del gran conjunto holandés.
Un PSV donde Arjen vivió momentos duros, su mal endémico, sus tobillos, empezaron a sufrir sus primeras lesiones, y dulces, ganó el premio Johan Cruyff y el de mejor joven de la Eredivise en el curso 2001-02. A pesar de esas luces y sombras, Robben estaba listo para la élite del fútbol.
El Chelsea de Abramovich
En el inicio de los 2000 se estaba gestando el primer megaproyecto creado a golpe de talonario, se estaba creando la conversión de un vasallo en señor, se estaba madurando el Chelsea de Roman Abramovich.
Allí, al amparo de los millones del empresario ruso y bajo el tutelaje de un Mourinho, que cogía su primer gran proyecto tras triunfar con el Porto, aterrizaba Robben a cambio de 18 millones de euros en donde contribuyó a los primeros grandes éxitos del conjunto blue.
A pesar de que no debutó con el conjunto inglés hasta noviembre, por culpa de las lesiones que le hicieron disfrutar del fútbol de forma irregular, pronto se convirtió en una de las sensaciones futbolísticas de Inglaterra en el Chelsea de Mourinho como parte de un tridente que conformó con Duff y Drogba.
Fichaje estrella del Real Madrid
En Stamford Bridge, pegado a la línea de cal izquierda, se convirtió en estrella mundial y con múltiples títulos bajo el brazo (la Premier League, el principal) de marchó al Real Madrid como fichaje estrella de Ramón Calderón.
En la capital de España, su mal endémico, las lesiones, impidió a Robben ganarse el corazón de un Bernabéu al que enamoró en contadas ocasiones (fue campeón de Liga y Supercopa de España com Schuster) pero del que se tuvo que despedir, rumbo a Múnich, por la necesidad de hacer caja tras la puesta en marcha de un nuevo proyecto galáctico de Florentino Pérez que regresaba a la presidencia con Cristiano Ronaldo y Kaká, entre otros, bajó el brazo.
Múnich, los años felices
Tras no gozar del cariño de la nueva cúpula madridista, que no de sus aficionados, se marchó al Bayern Munich en 2009 donde vivió su etapa más larga en un club, diez años, hasta su retirada en 2019.
En Alemania, su fútbol volvió a florecer viviendo sus rachas futbolísticas más largas, las lesiones no lastraron su regularidad hasta sus últimos años, formó una dupla letal con el francés Ribery y asentó, de forma definitiva, su juego a la banda derecha donde brilló con luz propia.
La banda derecha del Olímpico de Múnich y del Allianz Arena después fue testigo de los mejores años del extremo de cristal donde se asentó su jugada más característica (partir desde la banda al interior del campo para desde la frontal del área para soltar un latigazo imparable) y desde donde conquistó una veintena de títulos, entre los que destacan la consecución de 8 Bundesligas y la Champions de 2013.
Precisamente la Copa de Europa ganada al Borussia Dortmund en Wembley fue el mejor momento de su trayectoria profesional ya que fue el autor del gol en el minuto 89 que daba a los muniqueses su quinta Champions League.
En contrapunto con el momento más brillante de la carrera de Robben está su gran decepción, vivido con la selección holandesa donde fue su gran estrella durante, prácticamente, una década, en la final del Mundial de 2010 donde en un mano a mano en la prórroga ante otra leyenda como Casillas, el meta español desvió con el pie su disparo desvaneciendo el sueño del primer mundial orange que fue a parar a manos de España.
Los ganadores se definen se definen por su insaciable sed de triunfo y Robben, un triunfador del fútbol, se despidió de Múnich y del balón para siempre en el partido que consumaba su octava Bundesliga en el que marcó un tanto en la goleada al Eintracht de Frankfurt.
Tras un final de la temporada pasada donde se rumoreó con destinos exóticos o un regreso a Holanda, Robben, el gran extremo de cristal, ha decidido colgar las botas a los 35 años, tras 19 campañas en activo, consciente de que su nivel futbolístico no estaba a la altura de la élite; sabedor de que sin su impronta ganadora el fútbol para él nunca será lo mismo.
Sin embargo, y tras el adiós del genio neerlandes queda para la posterioridad la duda de saber cúal hubiese sido su techo sí, como a Aquiles, los dioses no se hubieran olvidado de bañar en talento sus tobillos.