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Asentado en la zona de ¾ de campo pero con libertad de movimientos para bajar a recibir y para crear la jugada flanqueado por la defensa pero sobre todo por los pivotes defensivos. Esa ha sido siempre la zona de actuación de Cesc Fábregas desde que abandonara la cantera del fútbol club Barcelona para enrolarse en el proyecto londinense del Arsenal.
Allí, a las órdenes del técnico francés Arsene Wenger, el joven talento catalán fue forjándose en una posición un poco más alejado del área, pero con la libertad que da poder vislumbrar todos los frentes de ataque del equipo tanto a la hora de crear jugadas colectivas como individuales. Esta situación de gobernador del balón ha sido la que más ha gustado al jugador de Arenys de Mar.
A pesar de que en sus inicios formativos el jugador era más proclive a acabar de mediapunta como ocurrió con Andrea Pirlo el cual empezó a jugar en la misma posición. Fábregas arrancó su etapa profesional siguiendo los pasos de sus ídolos:
El de la infancia, Pep Guardiola, un auténtico cerebro y organizador del equipo, y el de su consolidación, Patrick Vieira, otro tipo de mediocampista capaz de crear pero con un espíritu libre para sumarse al ataque con facilidad. Ambos portaban el cuatro y ese número fue elegido por el joven catalán.
Su paso por Inglaterra lo consagró como una estrella mundial, un jugador de los denominados a marcar una época en el mundo del fútbol. Su técnica unida a su gran visión de juego lo hacían objeto de deseo para los grandes de Europa entre los que se encontraban como no los dos gigantes españoles el Real Madrid y su amado Barcelona.
Tras la dureza de haberse enfrentado al equipo de sus amores en la final de 2006 de la copa de Europa así como en diversas eliminatorias de dicha competición Fabregas se cansó de la vida inglesa, quería volver a su casa. Sin obligar al club a venderlo pacto con el entrenador para qué lo dejase ir al Barcelona donde se encontraba en el banquillo su ídolo, su Guardiola. El de Santpedor lo quería a toda costa para utilizarlo como comodín en su esquema ofensivo. Prensa y afición lo consideraban el recambio perfecto para Xavi Hernández, sin embargo, él nunca ha sido un medio centro organizador ya que en sus funciones está la de sumarse al ataque y a abrir las líneas enemigas en el borde del área.
Guardiola dada su versatilidad lo empezó a utilizar también como falso nueve y hombre de ataque aprovechando que la máxima estrella Lionel Messi lo conocía desde siempre. Por ello, su capacidad asociativa auguraba un tándem mortal. Lo mismo pensó Vicente del bosque cuando lo utilizó como falso punta en la Eurocopa de 2012. El técnico salmantino ya había hecho lo mismo con otro jugador, José María Gutiérrez, Guti, el cual había utilizado durante el primer año de los galácticos y parte del segundo como falso nueve. El de Torrejón vivió también, además de la etapa de delantero, otras en las que se le consideró el organizador necesario para Madrid o el media punta exquisito para abrir las defensas y poner el balón la bota del delantero para que sólo tenga que empujarla.
Muchos roles tanto para el catalán como para el madrileño, muchas visiones de los diferentes estamentos en los que se divide el fútbol bien sean aficionados, entrenadores, prensa, ex jugadores o directivos. Cada uno tiene su opinión pero lo cierto es que en el caso de ambos su hábitat natural es la zona de ¾, un lugar donde las exigencias defensivas, por las que se les critica, son secundarias y ellos abren el show para encandilar a los asistentes con la magia de su fútbol al igual que un mago lo hace con una varita.
A día de hoy eso parece haberse esfumado pero, Gerardo “el Tata” Martino, nuevo técnico azulgrana, ha entendido a la perfección el rol donde Fábregas es feliz. Por ello, le ha pedido encarecidamente que vuelva ser el jugador que se vio en Inglaterra y al que el país británico sigue amando. Debe ser él quien vuelva a disfrutar con el balón para ser el jugador con libertad para crear y asociarse donde la genialidad de su fútbol le otorgue una estrella en el santuario azulgrana.
