Cuando al final de la temporada pasada el FC Barcelona entraba en la historia española al ser el primero en lograr el triplete (Liga, Copa del Rey y Champions league) la afición blanca se tiraba de los pelos. El efecto triunfalista de los catalanes duro más bien poco ya que pocos días más tarde volvía a la escena publica del deporte Florentino Pérez que fue proclamado presidente al no tener rival en las elecciones debido a ser designado por aclamación popular para reflotar la nave blanca.
El ex dirigente blanco volvía al Bernabéu para colocarse el uniforme de trabajo y poner en marcha otra superproducción como la realizada años atrás con los denominados galácticos entre los que se encontraban futbolistas como Figo, Zidane, Ronaldo o Beckham.
En esta ocasión los jugadores no llegaba uno por año como en la anterior etapa sino de una tacada haciendo gala del poderío económico del Real Madrid y la estrategia financiera de Pérez que invertía 250 millones de euros para hacerse con Cristiano Ronaldo, Káká, Benzema o Xabi Alonso entre otros. Además, al mando de las operaciones que debían trazarse en el terreno de juego llegaba al banquillo el chileno Manuel Pellegrini, un técnico amante del buen fútbol (demostrado en el Villarreal) para plantarle cara al dominio del segundo dream – team catalán comandado, esta vez, por Guardiola.
Sin embargo, y sin haberse cumplido todavía un tercio de la campaña la nueva superproducción de Florentino comienza a naufragar. Aún así, este desastre sólo se percibe en el campo ya que el Real Madrid es segundo en la liga a sólo tres puntos del Barcelona un puesto que también ocupa en la Champions tras la derrota ante el Milán aunque se encuentra con este empatado a puntos. La Copa del Rey es otro cantar ya que parece que este año tampoco va a ser en el que el club blanco vuelva ha hacerse con el titulo. Esta predicción es fruto del ridículo realizado por los blancos frente al Alcorcón. Un segunda B cuyo presupuesto se encuentra a años luz del equipo de Chamartín y que consiguió endosarle una goleada tanto en juego como en resultado (4-0) al equipo merengue en la ida de los octavos de la copa, la vuelta en el Bernabéu pinta bien distinto.
Un triunfo que ha generado la envidia del todopoderoso Real Madrid ya que su principal problema radica en que Pellegrini sigue sin encontrar el esquema de juego para vencer y convencer. Así, la sombra de Cristiano Ronaldo, lesionado, comienza a ser alargada y a convertirse en dependencia para aportar algo distinto. Además, Káká parece una copia falsa de aquel chico que cambiaba el rumbo de los partidos que jugaba el Milán con una pizca de magia y Benzema parece que se ha dejado el gol en Lyon. Finalmente, el último fichaje del Floren – team este verano, Xabi Alonso, sigue sin ser el director de orquesta que destacaba en Liverpool. Así las cosas, lo único reseñable de este nuevo Madrid es que siguen dando la cara los de siempre: Casillas en su función de santo y Raúl en la de ser eterno.
Las alarmas se han encendido tras el varapalo de Alcorcón y es que el tiempo empieza a correr en contra de un Pellegrini que sigue sin encontrar el sistema de juego para enamorar al Bernabéu, una situación que si logró en el Madrigal. De esta manera, la soga se va ajustando, cada vez más, al cuello del chileno ya que la parroquia blanca esta cansada de que su equipo gane sin deleitar o que pierda tras defraudar como en años anteriores. Pellegrini apura su margen de error para que el “vergonzoso” film que se proyecta en la casa blanca cada semana de un giro de 360 grados para asemejarse a la opera prima galáctica del “cineasta” Florentino Pérez.