clicdeporte Las mejores historias de fútbol en una web
Suenan tambores, ritmos tribales mezclados con ritmos del pasado y del presente y comienza el espectáculo. Aparece el, ataviado con su indumentaria reglamentaria dispuesto a que el espectador se divierta, a que disfruté de cada real brasileño, de cada euro que ha pagado por su entrada.
El mundo del fútbol no puede obviar lo que ocurre en el país del Amazonas. Los grandes curiosos, los expertos en el análisis del balón agarran sus prismáticos para no perder detalle, para observar minuciosamente cada finta, cada quiebro, cada elemento técnico con el que el bailarín Neymar deleita partido a partido, minuto a minuto al espectador que se encuentra ansioso sentado en el asiento esperando ver su última genialidad.
En él vemos los quiebros de Pele, las fintas de Ronaldinho, los elementos técnicos más novedosos que pusieron en práctica jugadores como Robinho. Él, Neymar, coge su coctelera y mete en ella todos esos recursos, todos esos detalles que producen que los ojos del espectador no dé crédito a lo que observa, convirtiendo el sueño en realidad.
El debate surgió Brasil, en España, en Europa, y, en definitiva, en todos los rincones del planeta fútbol sobre si era otro ilusionista de tantos que surgen en el país que descubrió Pedro Álvares Cabral o si podría ser un digno sucesor de O Rei Pelé.
Comenzó una carrera, una lucha de los clubes más poderosos de Europa por hacerse con sus servicios. Fue el Barcelona el que consiguió su pase, aunque aceleró su llegada a España y a la costa del Mediterráneo debido al descalabro sufrido en la Champions League ante el Bayern de Munich el pasado curso.
Neymar llegó a la Ciudad condal como si de una estrella de cine se tratase. Ilusionando a la afición que añadía otro bailarín a la compañía de Messi. La prensa y la afición se dividían en sectores; unos veían en él la exhibición y el triunfo mientras que otros veían su fracaso criticando en su presentación su abanico de amigos, sus bailes y su aureola de estrella.
El asumió su nuevo rol. En Brasil había sido la estrella, el ilusionista encargado de divertir e ilusionar a la parroquia temporada tras temporada. En Barcelona sabía que sería uno más de la constelación de estrellas con las que cuenta el club catalán. Por ello, supo desde el primer momento que su camino al éxito, su billete al Olimpo del fútbol debía ganarlo minuto a minuto, partido a partido.
De este modo, cambió el traje de bailarín y se puso el mono de trabajo para comenzar su carrera hacia la constelación de estrellas del fútbol. En todos los partidos ha ido sumando, asumiendo la dureza del fútbol europeo, aprendiendo de los mejores y convirtiéndose en un comodín y alternativa para su entrenador, el Tata Martíno.
Ayer ante el Celtic no estaba el rey Messi. Por ello, el príncipe Neymar se erigió en el líder del equipo, se quita con discreción el mono de trabajo para ponerse el traje de bailarín y con su coctelera en el bolsillo bailar sobre el Camp Nou la mezcla de sonidos y ritmos quieren disfrutar en Europa. Tras él pitido del árbitro en el bailarín discreto, entre tantos artistas, ha comenzado el baile que le guiará en el camino hacia el Olimpo futbolístico.
