El 12 de noviembre de 2014 México estaba disfrutando de la victoria de su selección de fútbol sobre Holanda a la que derrotó por 2-3 en el Amsterdam Arena. Sin embargo, más allá de la victoria, lo que realmente festejaban los aficionados del combinado sudamericano era el gran partido que había realizado su estrella (Carlos Vela) que había anotado dos goles en su regreso a la selección.
Con el regreso del hijo pródigo, México festeja la vuelta del jugador de mayor calidad y mejor estado físico de los últimos años. El delantero de Cancún ha tenido que escalar una montaña con diferentes picos hasta llegar a la cima, hasta llegar al estrellato de la mano del club donostiarra.
Una fama que lo situó en el Atlético de Madrid el pasado verano como recambio de Diego Costa. Sin embargo, finalmente fue su compañero Antoine Griezmann el elegido por el club rojiblanco como fichaje estrella para esta nueva temporada.
Ambos se entendían a la perfección en el terreno de juego y se convirtieron en los puñales que utilizaban los estrategas donostiarras como parte de su armamento ofensivo.
El jugador francés es un futbolista mucho más veloz y escurridizo mientras que Carlos Vela es un atacante con mucho más gol. Prueba de ello es que en la última visita de los colchoneros a Anoeta, el mexicano fue la clave para que los tres puntos se quedarán en San Sebastián.
Así las cosas, tras la dura travesía por el fútbol inglés, la liga española, donde ha militado en equipos como el Salamanca, Osasuna y Real Sociedad, es el paraíso futbolístico del joven delantero. Un lugar donde Vela disfruta al igual que en su tierra, en su Cancún.
Actualmente, la hoja del puñal mejicano luce con mayor intensidad la “sangre” de sus víctimas. El arma mejor valorada en San Sebastián y México está más afilada que nunca para liderar el ascenso a la gloria.