(Foto Marca) |
La historia del Quijote ideada por la mente de Miguel de Cervantes es la novela caballeresca que se centra en la vida de un caballero cuya imaginación le hace creer luchar contra gigantes cuando en realidad estos son molinos.
Llevando el símil al futbol, en la Mancha, donde se desarrolla la trama, nació Andrés Iniesta. Aquel cuya capacidad para deshacerse de los rivales de gran tamaño nos hace evocar a un Quijote sorteando molinos. Esa virtud que generan sus botas tuvo su estallido en el gol de la final del Mundial que daba a España la copa del mundo.
En el choque de ayer no se esperaba que fuera el líder del Barcelona ante el Atlético de Madrid. Ese rol debía ser desempeñado por Messi en su duelo ante Diego Costa. Sin embargo, con el brasileño lesionado y el argentino desaparecido otros debían de portar el cetro de mando de ambos equipos.
Ahí fue cuando surgió la figura del manchego para los catalanes y de Thibaut Courtois para los madrileños. El entramado creado por el Cholo Simeone parecía una sucesión de pantallas de un videojuego donde cada línea defensiva era un nuevo nivel cuyo monstruo final era el gigante belga.
Con un Barcelona donde todos sus compañeros tenían las ideas maniatadas a excepción de Neymar, Iniesta cogió la espada del príncipe Messi para ir aniquilando rivales a través de fintas y quiebros imposibles. Se puso la corona del rey para mantener con vida el reino barcelonista.
Fue en ese momento cuando vimos a un Iniesta gustoso de ser protagonista y de ejercer de líder en cada acción, en cada protesta. Entre tanto, Courtois se entretenía desviando los intentos de los personajes que querían ganar el juego, que querían matar al monstruo.
Todos los intentos fueron inútiles hasta que apareció él. El Barcelona estaba tocado tras el gol de Diego y necesitaba marcar para intentar darle la vuelta a la eliminatoria de cara al choque en el Calderón.
Los demás abandonaban el campo de batalla heridos tras enfrentarse a la fiera. Él se armó de valor y con la espada y el escudo de Messi comenzó a superar las líneas enemigas para verse las caras con “su molino”. No tuvo suerte en unas cuantas intentonas donde las aspas le alejaron del premio final.
Ahí fue cuando la imaginación de Quijote Iniesta se puso a crear una estrategia que resulto satisfactoria con la ayuda de su Sancho Panza, de Neymar. Así, El ocho del Barcelona se fue hacia atrás atrayendo a sus enemigos para ver el camino hacia el molino belga.
En ese momento, la bola se iluminó tras el contacto con su bota para marcar el sendero que llevaba hasta Neymar. El brasileño espero impaciente la daga con la que matar al molino Courtois.
Tras contener la respiración, Neymar lo había conseguido. El balón se colaba en las mallas y el molino belga caía derrotado al suelo.
Aún queda la vuelta por disputarse en el Calderón donde Courtois intentará proteger con mayor fiereza su molino. Ahí, el Quijote manchego necesitará la ayuda de los principales personajes de la novela blaugrana para tumbar definitivamente al gran molino belga.