Un drone entró en el estadio en el que estaba disputándose el partido entre Serbia y Albania. La bandera que portaba llevaba marcada la señal de la pelea, la señal del enfrentamiento. Dicho artilugio transportaba la bandera albanesa. Una nacionalidad que no es bienvenida en el estado serbio.
Dicha acción ha provocado la detención por parte de la policía de Serbia de Olsi Rama, hermano del primer ministro albanés. La acusación que recae sobre él es la de ser el instigador de dicha provocación. Una acción generó una tangana sobre el campo de fútbol tras haber sido bajada la bandera por el jugador serbio Stefan Mitrovic. Él quería restar importancia al hecho para seguir jugando pero el partido término ahí.
La situación vivida en el choque de clasificación para la Eurocopa de 2016 vuelve a poner de manifiesto que la mezcla entre deporte y política se convierten en un coctel molotov que tiñe los encuentros con tintes dramáticos.
El enfrentamiento sobre el terreno de juego era una situación temida por los dirigentes de la UEFA. Tras quedan encuadrados en el mismo grupo de clasificación, la tensión y los sentimientos iban a mantener en vilo la disputa del choque.
Una disputa que sigue latente tras la guerra de los Balcanes. El tiempo ha pasado pero el sentimiento nacionalista y de ruptura social está presente en cada uno de los habitantes de dicha zona.
Kosovo (independiente desde el 2008) cuenta con una población mayoritariamente de origen albanés. Sin embargo, el enfrentamiento entre Albania y Serbia por dicho territorio está fundamentado en la defensa de sus oriundos por parte de unos y la reivindicación de su historia y sus símbolos más valorados (que nacieron allí) por los otros.
El volcán de los Balcanes sigue latiendo y dejando escapar ríos de lava cada vez que existe “un enfrentamiento” entre los países de dicha zona. Un enfrentamiento que nace en 1991 con la división de la antigua Yugoslavia y la defensa de cada ciudadano (croata, serbio o bosnio entre otros) de su territorio.
Enfrentamientos deportivos que nacieron en la final del mundial de baloncesto de 1990 en Argentina. Allí, sobre el parquet del Luna Park Yugoslavia celebraba su triunfo. Jugadores como Drazen Petrovic (croata) o Vlade Divac (serbio) celebraban la victoria de su país contra la URSS.
La cesión de una bandera croata a Petrovic y la acción de Divac de quitar dicha bandera abrió el conflicto entre ellos y fue la primera vez que el mundo deporte observó la división balcánica. La selección yugoslava (que acogía a jugadores de diferentes nacionalidades), aquella que fue una potencia baloncestista donde sus jugadores competían como hermanos, se desmoronaba como lo hacía el país.
Desde entonces, la división de sentimientos patrióticos se convirtió en guerra, un cruento enfrentamiento donde cada ciudadano defendía sus orígenes. Una lucha que acabó en el año 2001. La guerra acabó pero el volcán de los Balcanes sigue derramando lava cada vez que se enfrentan estos enemigos que una vez compitieron como hermanos