clicdeporte Las mejores historias de fútbol en una web
Dicen las mejores esencias se guardan en frascos pequeños. Una afirmación que si la extrapolamos al símil futbolístico, Raymond Kopa sería la certificación de que dicha frase es una realidad.
El “pequeño Napoleón”, como lo denominó la prensa francesa, falleció durante la mañana del 3 de marzo de 2017 a los 85 años de edad. Con su muerte, el mundo del fútbol perdió a un futbolista que, al igual que el actual Lionel Messi, consiguió enamorar al aficionado gracias a su eléctrico tren inferior y a una enorme habilidad para conducir el balón cosido al pie entre las defensas enemigas.
Precisamente, su escasa estatura (medía 1,69 metros) le marcó y le diferenció desde el inicio de su vida en la localidad minera del Norte de Francia, Nœux-les-Mines. Allí, el pequeño Raymond Kopaszewski (era hijo de inmigrantes polacos) siempre destacó por ser una persona baja y endeble físicamente. Unas características que parecían descartarlo para la práctica del deporte y predestinarlo a ser un trabajador más de la mina local como habían sido antes su padre y su abuelo y donde él también llegó a trabajar hasta el punto de perder el dedo índice.
Sin embargo, el fútbol ya había prendido la llama de la pasión en el interior de un Kopa que ofrecía exhibiciones (quedó segundo en un concurso de jóvenes talentos franceses) que llamaron la atención del Angers que ¡en sólo dos años! se le había quedado pequeño.
Su siguiente paso futbolístico fue el Stade Reims donde su belleza y elegancia con el balón en los pies fue pulida desde el banquillo por una leyenda del club (Albert Batteux). Un técnico que convirtió al pequeño delantero en el referente de un equipo cuyo juego, basado en la posesión y la asociación constante, fue denominado por la prensa como “fútbol champagne”.
Sin embargo, en ese estilo futbolístico orientado a la estética Raymond Kopa no parecía encajar por su individualismo y dificultad para jugar al primer toque. Una situación que le granjeó, a partes iguales, la crítica constante de los periodistas y el apoyo incondicional de Batteux quien llegó a decirle “el día que no “dribles” más te hecho del equipo”.
A raíz de esta situación, el jugador francés consiguió regatear las críticas de la prensa y liderar al Stade Reims, cual Napoleón sus tropas, en la batalla frente al todopoderoso Real Madrid de la final de la Copa de Europa de 1956. Un encuentro donde Kopa tuvo que hincar la rodilla ante el ejército del general Di Stefano que retornó triunfante a Madrid con, además de la copa de campeón, el “militar” galo como nuevo miembro de sus tropas tras el brillante movimiento en los despachos realizado por Santiago Bernabeu.
Una militancia en el mejor “ejército” del momento marcada por los claroscuros, dos caras de una misma estancia en Madrid cuya luz apareció en el apartado deportivo donde consiguió tres copas de Europa (entre otros triunfos), conquistó el Balón de Oro y coincidió con futbolistas de la talla de Gento, Rial, Puskas o Di Stefano de quien Kopa llegó a afirmar que “jugar con Di Stéfano era como llevar paracaídas cuando viajas en avión”.
En cuanto a las sombras de su estancia en la capital de España, estas hicieron su presencia en forma de críticas de la prensa francesa que lo denominó “traidor” por abandonar Francia y, lamentablemente, por la muerte de cáncer de su hijo y la falta de adaptación de su mujer a la ciudad.
Además de su excelente hoja de servicios a nivel de clubes, Kopa también dejó un excelente currículum con la selección francesa a la que lideró en el mundial de Suecia en 1958 donde fue designado mejor jugador del torneo.
Así las cosas, su fútbol “falleció”, al igual que su persona, en Francia. Un país que lo vio nacer, un territorio que acogió a su familia, un lugar que lo criticó y lo amó, una nación acostumbrada a guardar esencias en frascos pequeños como fue el caso de Kopa, “el pequeño Napoleón”.
