En la formación de todo futbolista, las academias de los clubes tienen mucha incidencia en su moldeado final. Sin embargo, la calle es el lugar donde se empieza a saber si el jugador puede llegar a ser para ser profesional o no.
De esta forma, es en los encuentros callejeros donde se descubre el arte, el coraje y la personalidad de cada jugador que, años después, se percibirá en un campo de fútbol profesional.
En el caso de lo malagueño Francisco Alarcón, conocido futbolísticamente como “Isco”, esas cualidades callejeras se muestran en diversos partidos con total claridad creando una bella imagen en el subconsciente del espectador.
El andaluz es un jugador capaz de hacer magia en una baldosa con regates y tiros imposibles, un futbolista que también destaca en ocasiones por fajarse en labores defensivas y un hombre que puede echarse el equipo a sus espaldas.
Dichas cualidades futbolísticas que posee Isco Alarcón, cuando son mostradas en todo su esplendor, le hacen copar portadas y elogios como muestran los recientes encuentros ante el Alavés con el Real Madrid o frente a Israel enrolado en las filas de la selección española.
Sin embargo, cuando en sus actuaciones futboleras se nota en exceso la ausencia de alguna de ellas, los elogios se convierten en críticas.
Así las cosas, Isco vive en una permanente disputa entre el elogio y la crítica. Una lucha constante entre la excelencia y el fracaso que recuerda al vivido temporadas atrás por otro genio incomprendido del Real Madrid: José María Gutiérrez “Guti”.
Unas carreras las del “22” y el “14” en el equipo blanco que se muestran hasta el momento como una imagen idéntica a pesar del paso del tiempo. Un retrato que representa la historia de los artistas que habitan permanentemente en la fina línea que separa el éxito del fracaso.
En ambos casos, su talento innato forjado en la infancia está discutido siempre con su implicación o no en el campo. Aun así, entre Isco y Guti hay una sutil y gran diferencia: el malagueño sigue en activo y el madrileño ya está retirado del fútbol.
Por lo tanto, Isco aún está a tiempo de cambiar la percepción exterior que se tiene de él como futbolista, de coger el gran momento que vive actualmente en el terreno de juego para convertirse en un pilar fijo en el presente y futuro Real Madrid, de que su magia no tenga por qué estar enfrentada de manera constante con su implicación en el juego.
En definitiva, que el artista callejero incomprendido que es actualmente el jugador malagueño se convierta definitivamente en un habitual en la sala de exposiciones (en forma de alineaciones) tanto en el Real Madrid como en la selección española.