En el futbol la victoria tiene muchos culpables (jugadores, técnico, directiva) mientras que la derrota sólo tiene uno (el entrenador). Esta situación viene provocada por el hecho de que es mucho más fácil sustituir a una pieza que a la mitad de elementos del tablero de juego.
Los cambios de entrenador vienen motivados, en la mayoría de ocasiones, por la crisis de resultados que vive el equipo. Esta situación provoca que las directivas de los equipos, ante la imposibilidad de reestructurar la plantilla, decidan cambiar el cuerpo técnico con la intención de un cambio de dinámica.
Esta temporada, tras ocho jornadas disputadas, Albert Ferrer y José Luis Mendilibar han inaugurado dicha estadística.
Los despidos con tan poco tiempo de competición vienen motivados por la búsqueda de no quedar descolgados en la clasificación durante el arranque de la temporada. Es, en estos momentos, cuando el nuevo entrenador debe revertir dicha dinámica negativa ya que si no lo consigue no sólo peligra su puesto sino el del equipo dentro de la categoría.
Los entrenadores planifican durante el periodo estival su plantilla en función del estilo de juego que querían practicar mediante la elaboración de altas y bajas en la plantilla. Por eso, el hándicap a superar por parte del preparador entrante radica en saber utilizar las piezas de las que dispone sean o no de su gusto.
Es el organigrama directivo el que debe realizar dicha reforma por lo que el siguiente inquilino del banquillo debería ser un entrenador que plantee el mismo estilo de juego que el preparador despedido.
Sin embargo, antes del despido del entrenador debe realizarse una crisis de resultados que analizarse debidamente en todas sus capas (jugadores, técnicos, etc.).
Si los resultados negativos llegan en el inicio del campeonato, la directiva debe mirar el presupuesto en el caso de que fuese necesario reforzar su plantilla durante el mercado invernal. La caja resulta fundamental si el equipo no remonta el vuelo ya que el problema no estará en el entrenador sino en el grupo de jugadores.
El ambiente dentro del grupo es el elemento que condiciona el futuro del equipo dentro de la categoría así como los técnicos que cojan las riendas de la misma a lo largo de la temporada.
Los futbolistas son los que deben cambiar el chip para revertir la situación. Por lo tanto, de existir un vestuario viciado habría que invertir dinero en la confección de una “nueva plantilla” a mitad de temporada para volver a una dinámica positiva.
Todas situaciones hacen fundamental la necesidad de realizar un análisis de crisis de la entidad para mejorar a corto plazo. El tiempo es el enemigo de dicha síntesis. Por lo tanto, el tiempo que dura en el club la incertidumbre tras la destitución del entrenador suele determinar el futuro del club en la categoría esa temporada.