Cuando evocamos el arquetipo de jugador brasileño, por norma general se nos viene a la cabeza un jugador de tez morena, habilidoso y salido de la miseria y la pobreza. Un ideal en el que no encaja una de las últimas grandes estrellas del país sudamericano que anunció su retirada en 2017 ( un jugador blanco, talentoso y perteneciente a un núcleo familiar pudiente) cuyo nombre es Ricardo Izecson Dos Santos Leite, más conocido en el mundo del fútbol como Kaká.
En este sentido, la historia de Kaká es la de un jugador que nació en el seno de una familia acomodada de la ciudad brasileña de Gama cuyos miembros, profundamente creyentes, pertenecen a la iglesia evangélica. Así las cosas, Ricardo Izecson fue educado en los mejores colegios de la ciudad. Un modelaje basado en la pulcritud, la perfección y el respeto que trasladó al césped cuando decidió que su vida giraría en torno a un balón de fútbol.
La vida futbolística de Kaká empezó a escribirse, profesionalmente hablando, en el Sao Paulo. Allí se formó un media punta de enorme talento, zancada poderosa (gracias a un gran tren inferior) que vislumbraba el fútbol con la cabeza erguida a través de conducciones brillantes con la excelencia como única vía al triunfo convirtiéndose en un gentleman del balón.
La plasticidad de su juego llamó pronto la atención de los grandes clubes y dirigentes mundiales como Florentino Pérez. El mandatario blanco, prendado de su talento, llevó a Kaká junto a un elenco de estrellas a enfrentarse a su Madrid de los galácticos en el partido del Centenario del club español para que la parroquia blanca pudiera ver en vivo y en directo a uno de sus futuros jugadores.
Sin embargo y al no ser en ese momento una estrella consagrada, Florentino Pérez no dio el paso para ficharlo que sí realizó el Milán para hacerse con sus servicios y convertirlo en uno de sus referentes junto al ucraniano Andriy Shevchenko, al que sustituyó como líder rossonero.
En Italia se vió al mejor Kaká que llevo al Milán a reinar en Europa en 2007 dejando exhibiciones como su gran partido en Old Trafford en semifinales de la Champions en un año donde se hizo con el balón de oro siendo el último jugador en ganarlo antes del duopolio Messi-Cristiano Ronaldo.
El fútbol de Kaká siguió en ascenso hasta que en 2009 Florentino Pérez logra firmar para el Real Madrid un jugador del que quedó prendado desde la primera vez que lo vio. Llegaba el brasileño al club blanco al club blanco a cambio de 65 millones.
Sin embargo, las lesiones privaron ver su mejor versión en Madrid convirtiéndose su paso por España en el gran lunar de su carrera. Una carrera que fue descendió en nivel en su regreso al Milán y su paso por la MLS donde puso fin a su etapa futbolística en el Orlando City. Una situación similar vivió en la selección braileña donde paso de secundario en 2002 cuando ganó el mundial, estrella en Alemania y Sudáfrica donde Brasil quedó apeada en cuartos y papeles menores en el final de su carrera.
Con la retirada del brasileño, el fútbol dijo adios a un talento forjado en la excelencia, a un ejecutivo del balón, a un verdadero gentelman del fútbol para el que la brillantez era el único al éxito. En definitiva, abandonaba para siempre el césped el jugador de Dios, dejaba el fútbol Kaká.