Que el fútbol es un deporte sin memoria donde hoy eres dios y mañana el diablo es una realidad. El mundo del balompié es un devorador de momentos para el que sólo importa el presente como puede dar fe de ello, actualmente, el Real Madrid.
En esta montaña rusa que es el fútbol, el conjunto blanco se encuentra inmerso en plena caída, tanto de juego como de resultados, cuando hace unos meses saboreaba el éxito deportivo en fútbol y títulos. Un momento futbolístico ante el que el técnico Zinedine Zidane intenta dar a diario la imagen de que se encuentra controlado pero las sensaciones trasmitidas indican todo lo contrario.
Así las cosas, tanto en Liga como en Copa del Rey (la Champions este curso es, hasta el momento, un oasis en mitad de un desierto), el equipo madrileño ha dado la imagen de un equipo sin juego, ideas, físico y mentalidad donde sus estrellas se encuentran ausentes y los secundarios no suponen un revulsivo para revertir esta situación a excepción de contados jugadores como es el caso de Lucas Vázquez.
En el Real Madrid, el extremo gallego ha demostrado, desde su regreso al equipo en verano de 2015, ser un secundario excepcional para sus entrenadores (Benítez primero y ahora Zidane). Prueba de esta situación se refrenda en el hecho de que el jugador coruñés ha dado siempre un gran rendimiento en las oportunidades de las que dispone como les ocurre a otros futbolistas como Nacho Fernández o Mateo Kovacic. Dicha designación de “suplentes habituales”, alejados de los focos mediáticos, les ha permitido crecer como jugadores.
En este sentido y, en el caso de Lucas Vázquez, el de Curtis ha dado siempre un plus al equipo saliendo principalmente desde el banquillo y convirtiéndose en una botella de oxígeno para sus compañeros. Un revulsivo que también ha respondido partiendo como titular como puso de manifiesto en la ronda de octavos de la Copa del Rey ante el Numancia donde fue el mejor del Real Madrid tanto en la ida como en la vuelta.
El canterano blanco se erigió, en los encuentros ante el equipo soriano, como el líder “de los revulsivos” con los que cuenta Zidane forzando dos penaltis en la victoria (0-3) cosechada en Los Pajaritos y anotando dos goles en la vuelta en el Santiago Bernabéu que evidenciaron que el equipo se encuentra en plena deriva.
La difícil situación que vive actualmente el equipo blanco fue reconocida por el propio Lucas Vázquez tras la vuelta de cuartos al admitir que “pasan cosas difíciles de explicar. Sabemos que tenemos que corregir errores como que el equipo se cae de repente. Pasamos mejores momentos y peores, lo importante ahora es salir de los malos para que lleguen los buenos”.
Sin embargo, el gran momento de hombres como Lucas Vázquez no está siendo visto actualmente por el capitán Zidane como algo vital ya que, inmerso en salvar al equipo del naufragio, sigue empeñado en solventar la debacle con sus mejores oficiales aunque estos no vivan sus mejores días como marineros.
Ante el giro de los acontecimientos tras una nueva reivindicación futbolística del secundario silencioso, jugador leal y hombre de equipo que es Lucas Vázquez, puede que haya llegado el momento en el que Zinedine Zidane se aferre al bote salvavidas gallego para salir a flote esta campaña. Una temporada donde, tras decir adiós prácticamente a la liga, la Copa del Rey y la Champions League serán quien dicten si el Real Madrid naufraga o alcanza tierra al final del presente curso deportivo.