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Ayer, el futbol nos dejaba ver su cara menos espectacular y la “muerte” de su esencia del juego al que ha de amarse. Esta “muerte” de la esencia del fútbol se convirtió en una agonía a cinco minutos del final del duelo de semifinales entre el Barcelona y el Inter de Milán. En esos momentos, Gerard Pique marcaba un buen tanto pero los azulgranas necesitaban otro gol para conseguir el billete para la final del Bernabéu.
El tanto nunca llegó y, desde entonces y hasta que el colegiado belga De Bleeckere pitó el final del choque, el corazón de los aficionados a este deporte convertido en un juego que apuesta por el espectáculo se estrujaba en cada ocasión fallida por los pupilos de Pep y acabó estropeado como el que tira un papel a la basura cuando sonó el pitido final. En ese momento, el corazón experimentaba otra de las decepciones que a veces depara el deporte aunque la afición que más sufrió fue la europea (incluida la española). Un malestar generado por no poder ver el fútbol de toque del Barça en la final del 22 de mayo ante el Bayern de Van Gaal que temía la presencia del Pepteam y que se alegró con la futura presencia de la telaraña de Mourinho en Madrid.
Sin embargo, en España si había algo que celebrar, a pesar de la triste noticia del batacazo del Barcelona, este elemento servirá para que se mantengan en todo lo alto las espadas de Madrid y Barça en la lucha por el titulo de Liga. Una pelea en la que hay sólo un punto de diferencia entre ambos y doce por jugarse donde el Barcelona tendrá otra final el sábado en el Madrigal y el Madrid en casa ante el Osasuna. Tras ellos llegaran los duelos a muerte como el de Sevilla o Valladolid para los culés o el de Mallorca o Málaga para los blancos.
En definitiva, un duelo directo sin pisar un mismo terreno de juego donde verse las caras pero con una final cada semana que enfrentará el fútbol combinativo y de toque de Pep ante el estilo directo y de velocidad de Pellegrini.
Con este panorama, a la orejona no le queda más alternativa que llorar por la muerte antes de la final de la esencia del fútbol mientras que la liga sonríe tras haberlo recuperado.
