El desafío independentista generado en Cataluña ha creado a lo largo de los últimos años una crisis social y política en España. Una situación que sigue generando controversia en la sociedad peninsular y que se encuentra en pleno proceso judicial a la espera de resolución.
El proceso independentista ha generado a lo largo de los últimos años disputas entre partidarios y contrarios a la independencia catalana. Un clima de enfrentamiento que también salpicó al fútbol quien también se ha visto envuelto, de forma indirecta, en esta tensión social al decidir el Real Madrid, hace varías temporadas, no acudir a Girona con su autobús oficial por miedo a sufrir actos vandálicos.
Precisamente el club blanco es el protagonista de nuestra historia ya que a raíz de un conflicto, esta vez armado como la guerra civil, llevó al conjunto madrileño a pedir jugar en el campeonato catalán.
Corría el año 1936 cuando la guerra civil española estalló generando la suspensión, lógicamente, de todos los campeonatos y torneos deportivos.
El conflicto bélico afectó a todos los equipos de la liga española como fue el caso del Real Madrid, vigente campeón de la copa del Presidente de la República, y que era uno de los mejores equipos del fútbol patrio del momento al contar con grandes figuras como Zamora, Ciriaco, los hermanos Regueiro, Lecue o Quincoces.
A raíz de esta situación nacional y ante los avances de la guerra hacia Madrid, el conjunto blanco comenzó las gestiones (lideradas por Hernández Coronado y el entrenador catalán de los de Chamartín Paco Bru) para jugar en Cataluña, debido al menor impacto de la guerra en esa zona, siendo positivos y esperanzadores los primeros contactos.
De esta forma, el Real Madrid se trasladó con su plantilla (a excepción de jugadores como Zamora o Quincoces inmersos en la contienda) al Masnou donde se instaló en un caserón y empezó los entrenamientos a la espera de que se diera el consentimiento a su inclusión en el campeonato catalán.
Un inclusión en la categoría A del torneo catalán que era bien vista por el sindicato y jugadores profesionales en por lo de la solidaridad republicana. Dicha incorporación fue aceptada por cinco de los seis participantes en dicho campeonato (Espanyol, Sabadell, Girona, Granollers y Badalona) donde el Barcelona fue el único opositor a este hecho alegando un perjuicio para los clubes de la categoría B.
Así las cosas, se celebró una reunión el 20 de octubre de 1936 para aceptar al Real Madrid por medio de una votación pero, antes de producirse la misma, Eroles (presidente de la Federación catalana) se ausentó un momento alegando una llamada urgente. A su regreso, el dirigente presentó un papel firmado “por los verdaderos representantes de la categoría B” oponiéndose a la aceptación del conjunto madrileño en el campeonato. Una decisión donde, como alegó la nota de prensa publicada por la Federación días después, se debía al daño que podía causar la inclusión del Madrid a los clubes pequeños.
Sin embargo, la notificación de la Federación catalana fue contestada por los clubes de la categoría B en los medios de comunicación en los que mostraron su sorpresa por este hecho. Una situación en la que no se indagó dejando al Real Madrid si jugar ni en Cataluña ni en ningún otro lugar hasta después de la guerra.