Finales de mayo de 2011. Ese fue el momento en el que el sol futbolístico se ocultó en la ciudad de Milán para dar paso a una larga y oscura noche en la desde entonces permanecen instalados los amantes al calcio de la ciudad del norte de Italia.ya que, en esa fecha, el Milán levantó su última liga acechados por el Inter post-Mourinho.
Un equipo cuyo bloque estaba compuesto por la mezcla formada grandes talentos (Pato, Thiago Silva Ibrahimovic o Pirlo) con viejos rockeros a punto de la retirada (Nesta, Gattusso, Inzaghi) o de la despedida del fútbol de primer nivel (Seedorf, Ronaldinho).
Aun así, el núcleo importante de la plantilla se mantuvo una temporada más hasta la salida en masa de sus figuras. Las salida de Ibrahimovic y Thiago Silva al PSG, el adiós de Pirlo ,un año antes, a la Juventus campeona de Italia o el fichaje de jugadores de perfil medio como Boateng o Bojan marcaron el inicio del derrumbamiento del Milán.
A partir de entonces, la mezcla producida perdida de los mejores jugadores del equipo, el descenso de puestos en el Calcio, la contratación de viejas glorias como técnicos (Seedorf, Inzaghi) que no funcionaron, la crisis económica del club, la falta de entusiasmo de Berlusconi o el adiós a jugar en Europa dos años seguidos precipitaron un giro en la política del club este verano.
Un cambio que se inició con la venta al inversor tailandés Bee Taechaubol el 48% del AC Milán. A partir de entonces, el nuevo proyecto se puso en manos de una estrella del Inter para el banquillo (Sinisa Mihajlovic) con la obligación reconducir el destino de la entidad.
La premisa marcada por el balcánico en rueda de prensa fue la de que “El Milán tiene que volver a dar miedo”. Un punto de partida que ha arrancado con sombras y luces desde el comienzo. Los fichajes fallidos de Jackson Martínez y Joao Miranda que acabaron en Atlético e Inter respectivamente han generado dudas de si la reconstrucción era real o fundada.
Por ello, los dirigentes rossoneros se lanzaron a ahuyentar esa niebla mediática con un golpe de efecto. De esta manera, el Milán ficho a Bacca y Luiz Adriano por alrededor de 60 millones de euros. Una inversión que pone la primera piedra del proyecto futbolístico de este nuevo proyecto.
Esta reconstrucción iniciada por la delantera pone en tela de juicio esta decisión y genera un debate en torno a si habría que haber huido del boom mediático para solventar antes los problemas más importantes (fichajes de un mediocentro, defensas u hombres de banda).
Sea como fuere, el verano se presenta largo para un Milán que tendrá que hacer una fuerte inversión para volver a la elite italiana y europea. Una inyección de dinero obligada para que los nombres de Bacca o Luiz Adriano no pasen por la ciudad como modelos contratados para desfilar por la pasarela milanesa con la colección AC Milán 2015-16.