Imaginemos la imagen de un colegio. En el cohabitan tanto niños pequeños como grandes. Son estos últimos los que se pueden llegar a convertir en los “abusones” que ponen trabas en el camino de los más jóvenes. Ahí, estos últimos buscan el apoyo y protección de una figura paterna que esté presente en la escuela. Es cuando surge el hermano mayor que vela por que sobrevivan en un mundo reinado por abusones.
Si esto lo trasladamos al mundo del balón y más concretamente al Barcelona ese hermano mayor se ve reflejado en la figura del capitán: de Carles Puyol. En un equipo donde los pequeños Xavi, Iniesta o Messi campan a sus anchas por el césped, él se convierte en su líder y protector para que “sus estudios futbolísticos” alcancen la excelencia.
Ayer nos sorprendió la noticia de que el 5 blaugrana anunciaba de que dejaría el club de su vida a final de temporada a pesar de tener contrato hasta 2016. La razón que daba el central catalán acerca de los motivos de su adiós era que los continuos problemas de rodilla le impedían rendir al máximo nivel en un club que lucha por mantenerse, año tras año, en la elite y en la pugna por alzar el mayor número de títulos posible.
El Maldini del Barcelona dirá adiós a su Barcelona en junio. En ese momento meditará si continua su carrera en un club y una liga con intereses menores o por el contrario deja para siempre la práctica del futbol y emprende otros proyectos diferentes.
En su adiós, el gran capitán vuelve a ensalzar una vez más su compromiso con la entidad al igual que había hecho antes con la selección. Debe ser la decisión más dura de la vida de un auténtico “one club men”, dejar atrás toda tu exitosa carrera en el club de tu corazón porque tu cuerpo ya no está al mismo nivel que tu espíritu y pundonor.
Él se ira en junio, pero lo que no se perderá nunca será el recuerdo de los aficionados. Estos siempre recordaran su espíritu de lucha, su entrega en cada pugna por cada balón. En definitiva, nunca dejaran que se pierda en el olvido la forma de jugar de un auténtico guerrero al que si tuviéramos que poner un símil cinematográfico posiblemente lo compararíamos con Braveheart corriendo hacia el combate.
En la hemeroteca nos quedaran para siempre acciones suyas como la chilena lograda ante el Tenerife. Tampoco podremos cansar de vernos aquel salto para elevarse por encima de todo y de todos en la semifinal ante Alemania para mandarnos a la final del mundial. Acciones por las que se ganó apodos como el de “Tarzan de la Pobla” o aquel que le puso el fallecido Andres Montes. Aquel calificativo durante el mundial de Alemania donde el conocido speaker lo bautizo para siempre como “Tiburón Puyol”. A partir de junio el Camp Nou se quedara huérfano de su garra, fuerza y entrega. Sus hermanos verán cómo se marcha su protector, su hermano mayor. Sin embargo, en la estela que deja tras de sí quedara marcado para siempre el camino por el que debe de guiarse su Barcelona. Aquel basado en la entrega, el compromiso y compañerismo. Aquello de lo que sabe y mucho el gran capitán. Aquel que seguirá para siempre presente, aunque ya no este sobre el césped, en la casa blaugrana.