No va más. Ésa frase que dicen los crupieres de la ruleta para hacer saber a los jugadores que no se admiten más apuestas podría trasladarse a la Premier League.
La victoria del Chelsea ante el Manchester City en el Etihad mantiene si cabe con más vida la lucha por la liga. En estos momentos nos encontramos con que la tabla de clasificación la comanda el Arsenal con 55 puntos que es perseguido por Manchester City y Chelsea que cuentan con 53. Tras ellos, el Liverpool con 47 no parece rival por el título.
El partido de ayer ha sido clave y la victoria del equipo de José Mourinho ha permitido apretar la lucha por el título. Si los londinenses hubiesen caído derrotados en Manchester se habrían descolgado de la pelea situándose a cinco puntos del Arsenal y a seis del que hubiera sido nuevo líder en Manchester City.
Sin embargo, el técnico portugués es, posiblemente, el mejor entrenador del mundo para saber manejar partidos clave, los choques a vida o muerte. Ayer, el luso ganó la partida a Pellegrini en todos los aspectos. Fue una victoria táctica.
A pesar de que el Manchester City comenzó muy bien generando peligro sobre el marco defendido por Peter Cech gracias a David Silva y Yaya Toure. Un peligro que duró 20 minutos, el tiempo que tardó el conjunto londinense en asentarse en el campo y comenzar a desplegar su juego.
Una forma de jugar que se basó principalmente en la colocación estratégica de todos los jugadores del equipo blue para conseguir con ello la superioridad en el campo dando una imagen en la que parecía haber más jugadores del equipo de Mourinho que de Pellegrini.
En esa superioridad destacó por encima de todos Eden Hazard. El jugador belga fue el vértice sobre el que se cimentó el ataque del equipo y la generación constante continua de peligro sobre la portería del Manchester City. Prueba de ello es que una de esas incorporaciones al ataque del media punta generó el primer gol, a la postre el de la victoria, en las botas del serbio Ivanovic.
Esta situación se dio en el final de la primera parte y se prolongó durante gran parte del inicio de la segunda. Una superioridad que dejaba a los locales sin capacidad de reacción. El Manchester City se encontraba perdido en el campo donde el Chelsea lo superaba una y otra vez.
La única balsa que encontró el chileno en esos momentos de incertidumbre fue su lateral izquierdo, fue Kolarov. El fue quien creó peligro con sus incursiones por la banda donde sólo Silva y tímidamente Jovetic intentaban darle la vuelta a la situación del equipo.
Esta no llegó. Mourinho había ganado la partida. El duelo de estrategas, el duelo en el que dos de las mejores mentes de la liga inglesa se habían enfrentado sobre el tablero, habían puesto en práctica sus mejores jugadas había finalizado con la victoria de la mente con más experiencia, el técnico que mejor se desenvuelve en partidos a vida o muerte.
Este éxito del técnico portugués y de su equipo provoca un giro de 360° en la lucha por el título, por el cetro inglés. La victoria le permite meterse de lleno en la lucha contra Manchester City y Arsenal lanzando su particular “todo al rojo” y esperar que el balón al igual que la bola en la ruleta dicte sentencia.