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Octubre de 2006. Dos exatletas americanos portan el féretro donde reposan los restos mortales de un australiano que ha fallecido víctima del alcoholismo. Peter Norman era la persona que había muerto y por la que los dos atletas acudieron a Australia a mostrar sus respetos. Ellos estaban en deuda con el hombre al cual le cambió su estrella por su solidaridad el 17 de octubre de 1968 durante los Juegos Olímpicos de Méjico.
Peter Norman fue un atleta australiano que a finales de la década de los ochenta era una de las grandes esperanzas de su país para alcanzar una medalla en los juegos de Méjico 86. Y allí, en el país sudamericano, Norman se plantó en la final de los 200 metros lisos ante los potentes americanos liderados por Tommie Smith.
En LA a carrera por la gloria, Norman supo colarse entre Smith y su compatriota John Carlos para colgarse una plata que tornaba en felicidad todos los esfuerzos realizados para alcanzar dicho logro. Sin embargo, la alegría se volvería tristeza y repudia social en unos instantes.
En plena lucha por la igualdad racial en Estados Unidos, el Black Power había instado a los atletas afroamericanos a boicotear los Juegos Olímpicos. Smith y Carlos activistas de la organización OPHR, siglas en inglés del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, tenían planeado hacer algo durante la entrega de las medallas.
Jhon Carlos apareció con unos guantes negros que le había dado su esposa . Sin embargo, Smith se dio cuenta de que se le habían olvidado por lo que pidio uno de su compañero. Carlos instó a Norman a ponerse una insignia del OPHR para apoyar su lucha por los derechos humanos. El australiano aceptó ayudar a sus compañeros de podio en esa reivindicación.
La imagen que mostraron al mundo instantes después pasaría a la historia del deporte y de la sociedad. Smith y Carlos mostraban su puño al aire en señal de protesta (izquierdo y derecho respectivamente) junto a un Peter Norman con la insignia en el pecho. Su gesto hizo que vidas dieron un giro de 360 grados para no regresar nunca al punto de partida.
La revolución llegó a la villa olímpica y a la sociedad. El COI decidió que ese tipo de protestas políticas no casaban con el carácter apolítico e internacionalista del Olimpismo, por lo que Smith y Carlos fueron condenados a ser expulsados de la villa olímpica y del equipo estadounidense.
A su llegada a Estados Unidos las cosas fueron aún peores para ambos ya que fueron repudiados por la sociedad americana. Recibieron amenazas de muerte (ellos y sus familias) y fueron despreciados e ignorados por el deporte nacional y tratados como delincuentes lo que hizo no encontraron trabajo durante muchos años.
Smith encontró trabajo lavando coches en un aparcamiento pero lo echaron porque su jefe dijo que no quería que nadie trabajara con él. Su vida fue destruida, la de John Carlos también. La esposa de este último se suicidó (fue ella quien compro los guantes negros) y él (Smith) se terminó divorciando.
Pero, ¿Qué fue de Peter Norman? Su vida fue aún peor. Tras lo acontecido y tomando las mismas medidas que con Smith y Carlos, fue expulsado de la Villa Olímpica. Su acto tampoco fue bien visto en Australia dado que era una sociedad marcada por la problemática con los aborígenes. La Federación lo fue llevando, poco a poco, al ostracismo deportivo al no dejarle acudir a los torneos importantes a pesar de contar con las mejores marcas.
Esta exclusión social le acabo conduciendo al alcoholismo. Un problema con la bebida que llevó a su vida diaria y por la que perdió una pierna fruto de su enfermedad. Murió en la soledad que produce el olvido, en el silencio que genera la repudia social.
En definitiva, vivió y murió como un proscrito, como el asesino al que sus vecinos señalan con el dedo por haber matado a la sociedad, por haber cometió el crimen de la búsqueda de la igualdad entre los hombres.
