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El mundo del fútbol ha tenido a lo largo de su historia momentos y jugadores que quedarán para siempre presentes en la memoria del aficionado. Uno de estos futbolistas fue William Ralph Dean, más conocido como “Dixie Dean“, cuya vida estuvo siempre ligada al fútbol y al Everton y a Goodison Park … hasta su propia muerte.
William Dean fue un niño prodigio para esto del fútbol desde sus inicios en el Tranmere Rovers (un modesto club de su Liverpool natal). Un talento futbolístico que sobresalía de los demás jugadores por su facilidad anotadora que le permitió llamar la atención de los ojeadores de la época como los del Everton, equipo al que dedicó su vida y que pagó 3000 libres por su traspaso, una cifra récord para la época.
Sin embargo, a su llegada al club de Liverpool, Dean conoció las dos caras del aficionado; la que se entusiasmaba con su fútbol y la que ridiculizaba su aspecto al ser un futbolista de rasgos negroides hasta el punto de apodarle “Dixie Dean”, algo que él mismo odiaba.
Aun así el bueno de Dean se olvidó de las burlas de la mejor forma que sabía, brillando en el campo. De esta forma, cada fin de semana Goodison Park vibraba con cada exhibición suya sustentada en su velocidad, su despliegue físico, su excelsa pierna derecha y, sobre todo, su letal golpeo de cabeza. Una habilidad con la testa que lo convirtió en leyenda hasta el punto de sufrir una fractura de cráneo en un accidente de moto tras el cual los aficionados aseguraban que su remate y cabeza era más poderoso que antes del suceso.
De esta forma y gracias a su olfato goleador, el bueno de Dean (que destacaba también por su deportividad y caballerosidad con el contrario) logró un hito en la historia de la liga inglesa al ser en la campaña 1927-28 el máximo goleador del torneo con 60 goles en 39 encuentros portando la casaca de los toffees.
En definitiva, la vida del delantero y la del Everton (el club de su corazón) siempre fueron unidas. Aquel (corazón) que vibraba tanto de jugador como de aficionado con las hazañas del conjunto “Toffee”, aquel que, siendo ya anciano son, se le paró para siempre tras un derbi ante el Liverpool a consecuencia de un infarto. En ese momento, Goodison Park y William Ralph Dean quedaron unidos para siempre tras haber compartido el delantero con el que fue su estadio tanto su vida como su muerte. Un recinto que alberga una estatua de su héroe junto a un lema que reza ““Footballer, Gentleman, Evertonian” (“jugador de fútbol, caballero, incondicional del Everton”). Así fue William “Dixie” Dean, el jugador que vivió y murió en Goodison Park.
