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Competitividad. Esa ha sido la principal aportación de Salvador González Marco, más conocido como Voro, a un Valencia que se ha agarrado su figura como entrenador esta temporada como un náufrago a un bote salvavidas con el objetivo de eludir el descenso a segunda división.
Dicha labor de reflotar al conjunto che como parche ocasional a la espera de un nuevo técnico tras las crisis deportivas vividas por el primer equipo valencianista ha sido una constante para él en los últimos años. Sin embargo, en su mente nunca estuvo presente la idea de ser entrenador ya que él siempre estuvo a gusto ayudando a su Valencia desde la retaguardia que ofrece ser el delegado del equipo.
Aun así y, gracias a que contaba con el título de entrenador, la directiva optó por que fuera el recambio de entrenadores como Koeman, Mauricio Pellegrino o Nuno a la espera de contar con un nuevo técnico que cogiera las riendas del equipo. En esas tres puntuales sustituciones antes de volver a ser delegado, Voro consiguió un balance de seis victorias, un empate y una derrota en los ocho partidos que dirigió al primer equipo valencianista.
Una función que ha vuelto a realizar en esta campaña 2016-17 tras sustituir primeramente a Pako Ayestaran (de la jornada 5 a la 7 con un balance de dos victorias y una derrota) y posteriormente a Cesare Prandelli (desde la jornada 17 a la 23 actual (sigue como técnico del primer equipo) con un balance de cuatro victorias, dos empates y dos derrotas en liga y dos derrotas en la eliminatoria de Copa del Rey ante el Celta de Vigo).
En relación a su última sustitución como técnico tras la dimisión de Cesare Prandelli, la directiva che, encabezada por su propietario Peter Lim, decidió que Voro sería su técnico hasta final de temporada. Un periodo en el que, como él mismo afirmó desde el primer momento, “el objetivo es la permanencia y lo vamos a conseguir”.
Así las cosas y para alcanzar dicha meta, el técnico de L´Alcúdia instaló en el vestuario una premisa clara: “creer en volver a ser competitivos”. Una idea que instaló en una plantilla sin fe hasta ese momento y que le sigue actualmente cual si fuera una divinidad llegada para salvarles la vida deportiva está campaña. De esta forma y, gracias a este nuevo ambiente que se respira en el vestuario valencianista, se puede explicar el nuevo rumbo que ha cogido el náufrago che agarrado a su sempiterno salvavidas.
Una situación que se percibe, por ejemplo, en victorias como la endosada al Athletic de Bilbao por 2-0 o la más sorprendente al líder de la liga, el Real Madrid, por 2-1. Triunfos ambos al igual que los otros dos anteriores ante el Espanyol y el Villarreal cimentados en esa creencia de la competitividad.
Dicha teoría de ser un equipo competitivo se cimienta en la solidez defensiva y en saber aprovechar, cual martillo pilón, las oportunidades que se tiene para perforar la meta rival. Una premisa que se mostró en todo su esplendor ante el conjunto blanco ya que tras adelantarse hasta en dos ocasiones en los primeros minutos, el Valencia se defendió de los ataques de su rival como un animal herido para salir con vida de dicho envite.
En definitiva, la llegada de Voro nuevamente al Valencia ha traído la paz entre todos los sectores del club (afición, directiva y jugadores). Con su regreso al frente del equipo, en la capital del Turia se respira un ambiente de tranquilidad y sosiego que han hecho que los problemas (gestión deportiva errada, decisiones tomadas desde Singapur, ausencia del propietario en la ciudad) se hayan alejado hasta el final de campaña.
