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jueves , 28 marzo 2024
En el año 1994 Stoichkov conquistó el Balón de Oro.

El “bad boy” búlgaro por excelencia

En el mundo del fútbol como en la vida existen jugadores que dejan su impronta en el recuerdo del aficionado tanto por su aportación en el césped (debido a su calidad y carácter) como fuera del terreno de juego (donde habitualmente no ocultan su fuerte personalidad). Una forma de entender el fútbol y la vida que los ha llevado a ostentar para siempre el sanbenito de chicos malos del balompié.

A lo largo de la historia, casi todos los países tienen su “bad boy” por excelencia como es el caso de, entre otros, Cantona en Francia, Chilavert en Paraguay, Vinie Jones en Inglaterra o Roy Keane en Irlanda. Así las cosas, en el caso de Bulgaria, esta figura está encarnada por el, posiblemente, mejor jugador de su historia…por Hristo Stoichkov.

 Stoichkov vino al mundo un 8 de febrero de 1966 en la ciudad búlgara de Plovdiv en un momento histórico donde el comunismo comandaba en los países del este. Un periodo donde la “militarización” social se traslado al fútbol impregnando esta impronta en el carácter de este aún imberbe delantero formado en el CSKA de Sofía.

En la capital de Bulgaria, Stoichkov aunó talento futbolístico (destacaba por su fortaleza física, velocidad y portentoso golpeo de balón) y un fuerte carácter (en el CSKA de Sofía tuvo una pelea con los rivales en la final que Copa que a punto estuvo de acabar con su carrera pero que finalmente se quedo en una sanción menor).

Las cualidades futbolísticas de Stoichkov le convirtieron en el comandante de la generación de oro del fútbol búlgaro junto a los Penev, Balakov y compañía que alcanzó su cenit en el Mundial de 1994 donde finalizó tercera con Hristo erigiéndose como máximo goleador del torneo con 6 tantos.

Su fútbol alcanzó su cenit en dicho año 94 donde conquistó el Balón de Oro tras ser el líder de Bulgaria y el referente ofensivo del Barcelona, con el que fue máximo goleador de la Liga de Campeones.

La Ciudad Condal fue el lugar donde se cimentó el crecimiento y consolidación de su fútbol, tras aterrizar en la misma por la escandalosa cifra para la época de 400 millones de pesetas, al amparo del Dream Team de Johan Cruyff del que fue su referente goleador.

En España, Hristo Stoichkov se erigió como el carácter guerrero de un estilo de fútbol basado en la posesión de balón aportando goles y personalidad (era el primero en “acosar” al árbitro) a un equipo con los que se ganó el cariño de la hinchada blaugrana por su personalidad en el campo y, sobre todo, fuera de él donde se convirtió en un “anti madridista” más.

El fuerte carácter de Stoichkov se puso de relieve desde su llegada como mostró nada más aterrizar en España al dejar su carta de presentación en la Supercopa ante el Real Madrid de 1990 con un pisotón al arbitro Urizar Azpitarte. Una dura personalidad que compaginó con un fútbol de quilates como refrendo su trofeo pichichi en su año de debut con el Barcelona o siendo el referente ofensivo del culmen de Dream Team, la Copa de Europa de 1992.

Stoichkov vivió en Barcelona el auge y caída de Cruyff y siguió en Can Barça un curso más como socio del imberbe Ronaldo a las ordenes de Bobby Robson. Sin embargo, el talento de los jóvenes y su fuerte carácter propiciaron su marcha a Italia (al Parma que iniciaba su proyecto bajo el mecenazgo de Parmalat).

En el país transalpino su fuerte carácter pudo con su talento futbolístico lo que le granjeó innumerables enfrentamientos. Su paso, con más pena que gloria, por Italia vino continuado por un breve regreso al Barcelona que dió paso a un incesante cambio de camisetas para acabar colgando las botas en Estados Unidos.

Tras dejar el fútbol, probó suerte como propietario de su CSKA de Sofía (que sigue manteniendo) y como entrenador (donde fracaso estrepitosamente) al frente de proyectos como la selección búlgara, el Celta de Vigo o el Litex Lovech de su país que fue su último equipo en 2013.

Actualmente, Stoichkov sigue ligado al fútbol como comentarista donde continúa mostrando su fuerte carácter, su anti madridismo y dura crítica (pregunten a Arbeloa) que siguen formando parte de un genio incontrolable, del bad boy búlgaro por excelencia.

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