145 millones (105 más 40 en variables). Esa es la cifra que pagó el Barcelona el curso pasado por Ousmane Dembélé.
El jugador francés llegó al Camp Nou siendo uno de los jóvenes más prometedores del fútbol mundial tras despuntar en el Rennes y confirmar dicho talento en el Borussia Dortmund, donde destacó por revolucionar los encuentros desde la banda gracias a su desparpajo, velocidad y magia en el desborde compaginado con buenos registros goleadores.
A pesar de su esperanzador futuro, el francés llegó a Barcelona en un momento de inestabilidad, la originada tras la salida de Neymar al PSG, donde además debía asumir los papeles de estrella (a tenor de su talento y coste) en un club obligado a ganarlo todo.
En el inicio del curso pasado, “el mosquito”, con un estilo de juego en el campo que evocaba la forma de boxeo a la del gran Muhammad Ali: “Flota como una mariposa, pica como una abeja“, Dembélé dejó detalles de serio aspirante a sustituto de Neymar pero una lesión en Getafe cuando mejor estaba de forma en los primeros meses de campeonato le dejo fuera de juego y, aunque regresó a mitad de campaña, ya no fue el mismo.
Ante esta situación y tras ser campeón del mundo con Francia, prácticamente como espectador desde el banquillo, se rumoreó con su salida del equipo este verano. Sin embargo, se quedó en la primera plantilla al contar con la confianza ciega de Ernesto Valverde.
Una fe en Dembélé por parte del Ttxingurri” que ha devuelto al francés al césped con plena confianza en su fútbol para ser la D en el tridente del Barcelona que conforma con Messi y Suárez (MSD) donde sustituye a Neymar que era la N anteriormente MSN.
Dicha “vuelta a la vida” de su fútbol ha hecho revivir el estilo Ali que irradia su juego donde no sólo ha flotado en el campo cual mariposa destrozando rivales en victorias como las logradas ante Sevilla en la Supercopa de España y Alavés, Valladolid y Huesca en Liga, sino que también ha picado como una abeja siendo decisivos sus goles en los triunfos ante sevillistas y vallisoletanos que le dieron al Barcelona el título y los tres puntos ligueros respectivamente.
En definitiva, un gran inicio de temporada donde Ousmane Dembélé quiere ser un el gran púgil que tumbe en la lona el recuerdo de Neymar, el “boxeador” que mitad mariposa, mitad abeja evoca con su fútbol al más grande.
Una pelea futbolística por el “título de campeón mundial individual” que acaba de comenzar para el extremo francés y a la que le quedan muchas veladas para conocer el desenlace de una carrera que en cada golpe de balón y sprint evoca, haciendo un símil futbolístico, a Cassius Clay…el gran Muhammad Ali.